No dejemos pasar el tiempo

Escribe: Patricio Poza, cientista político.

No es un misterio que la población de nuestro país está envejeciendo aceleradamente. Según cifras del último Censo, la población de 64 años y más, en la década de los 90’ representaba un 6,6% del total nacional.

En cambio, según las últimas cifras entregadas el año 2017, la población adulto mayor en Chile se eleva a un 11,4%. Lo más probable es que si se actualizan los datos, estos números vayan en aumento.

La situación de La Araucanía no es diferente; un 12,6% de la población regional es adulto mayor. El escenario demográfico que nos muestra estos datos plantea numerosos desafíos y objetivos que, desde la planificación territorial se deben abordar.

Entre los principales retos, se encuentra el pensar ciudades donde las personas en situación de discapacidad y adultos mayores sean protagonistas. Esto significa que, el transporte, los espacios públicos, edificios de instituciones estatales y de servicios, entre otros, comiencen a adaptarse a esta realidad que no es nueva, pero que se debe abordar con urgencia. ¿Cuántas micros o colectivos “accesibles” existen en la capital regional? ¿Cuántos edificios públicos tienen accesos expeditos y amigables con las personas que presentan algún tipo de discapacidad? Esfuerzos se han hecho, pero no al ritmo que el cambio demográfico y social nos presenta.

El coronavirus puede ser la mejor oportunidad para repensar nuestros territorios y para invertir los recursos sectoriales y locales en proyectos que busquen devolver, por ejemplo, las calles a los ciudadanos de a pie. Si se pueden construir grandes avenidas como Pedro de Valdivia y Fundo El Carmen en Temuco, me pregunto: ¿No se puede pensar en hacer un gran paseo para que la gente camine con veredas en buen estado, con espacios en donde se pueda mantener el distanciamiento físico, con pavimento y concreto, y con lenguaje inclusivo tallado? Yo creo que es posible.

El crecimiento y cambio poblacional debe venir de la mano con una planificación administrativa y territorial, en donde se piense una ciudad a escala humana, más verde y accesible. Puede que el Covid-19 sea la puerta de entrada para devolver los espacios públicos a quienes tanto han hecho y aportado por nuestro país y región. No dejemos pasar el tiempo.