Las madres que no son madres

 

Escribe: Cecilia Fernández Neira, mamá y periodista, directora de cuentas de Vínculos Comunicaciones.

La maternidad se ha vuelto algo compleja durante la pandemia. Las múltiples labores que una mamá ha debido desempeñar con el teletrabajo, el resguardo de los hijos, los cuidados extras para evitar que no se contagien de covid 19 y las labores de casa, han generado una sobrecarga incalculable para algunas mujeres.

Un estudio realizado recientemente en Chile por la periodista Karina Albornoz que buscaba visibilizar la realidad de la maternidad, reveló que el 59% de las mamás no ha tenido tiempo libre durante la pandemia.
La maternidad es más que dar a luz hijos. Se trata de entregar tiempo y dedicación sin esperar nada a cambio; sólo por la esperanza que esos niños y niñas crezcan como personas de bien para nuestra sociedad. Y en este sentido, en nuestro entorno, a veces nos encontramos con mujeres que siendo o no parte de nuestra familia están dispuestas a entregar cariño y cuidados a nuestros hijos mientras nosotras trabajamos. Es ahí donde el rol de aquellas mujeres cercanas como: la abuela, la cuidadora, la tía, la madrina, la profesora, la vecina, son de una importancia invaluable.

Por ejemplo, está el caso de Mercedes y Amanda, abuelas que cuidaron de sus nietos mientras su mamá trabajaba; o Pamela, profesora que a pesar de las dificultades que ha traído la pandemia para entregar educación brinda con amor y cuidado cada enseñanza preocupada de las necesidades individuales y colectivas de sus niños, muchas veces yendo más allá de lo formativo; o Claudia y Alejandra, tías que enseñan el valor de la familia a sus sobrinos; o Inge, mujer hoy jubilada, quien trabajó toda su vida como cuidadora de decenas de niños. Todas ellas son mujeres comunes y corrientes que se ponen en los pantalones de otras mujeres que necesitan de apoyo para darle a sus hijos todo lo que requieren.

La confianza que las madres depositamos en otras mujeres para el cuidado de nuestros pequeños es sagrada. Cada una de ellas ha sido madre de nuestros hijos; tal vez por años, por unos días, por unas horas o por unos minutos, cumpliendo un rol fundamental, de cuidado y formación. Son nuestras partner, inventan cuentos, les dicen que la mamá no tarda en llegar, los alimentan, los educan, los hacen dormir, los consuelan de una caída o de una pena, los abrazan como si fueran sus propios hijos…

Cuando lleguemos a comprender la gran importancia de la maternidad, se hará evidente proteger aún más uno de los roles más sagrados de la mujer, y a su vez agradecer también, como se merecen, a aquellas mujeres que por alguna circunstancia hacen el rol de madre sustituta. Feliz día de las madres, también, para aquellas que no son madres. Y gracias, gracias a todas ellas.