Expertos manifiestan preocupación por falta de lluvias en La Araucanía

Inia Carillanca realiza una serie de investigaciones sobre el fenómeno.

Inia Carillanca reportó un déficit promedio de pluviometría de un 50% en el secano costero, mientras que el secano interior presenta un 75%. El valle secano, que representa la mayor superficie cultivable de la región, tiene un déficit promedio del 60%, mientras que en la precordillera alcanza un 48%.

“Porcentajes altos de déficit de las pluviometrías se hacen cada vez más habituales, traducido en la dificultad para realizar labores comunes de suelo (preparación de suelos, control de malezas, manejo de quema de rastrojos) y siembras de otoño como cereales, leguminosas, praderas, entre otras”, explica Héctor Pauchard, encargado de la unidad de agrometereología de Inia Carillanca.

La actividad agropecuaria es altamente dependiente del clima, siendo la temperatura del aire y las pluviometrías, causantes principales de la variabilidad interanual del rendimiento en los cultivos agrícolas y en La Araucanía, esto se ve influenciado por las características propias del relieve. La Cordillera de la Costa, la depresión intermedia y la Cordillera de Los Andes determinan las diferencias en la distribución de las pluviometrías, mientras que la elevación y distancia al mar, afecta principalmente el comportamiento de la temperatura.

La mayor parte del agua utilizada en la agricultura proviene de las lluvias que caen sobre el territorio. Sin embargo, éstas no siempre se distribuyen de manera uniforme en la región, ocasionando problemas en los manejos comunes de las zonas silvoagropecuarias. La pluviometría acumulada a la fecha durante el 2020 en La Araucanía, muestra una realidad del recurso agua que dijeron, preocupa bastante.

BALANCE HÍDRICO NEGATIVO
Además, la falta de precipitaciones y aumento de las temperaturas ocasionan que exista un balance hídrico negativo de diferentes magnitudes en la Región de La Araucanía. Dichos desbalances se hacen más evidentes en algunos meses de primavera y verano (mayor actividad agrícola de la región), es decir entre octubre y marzo de cada temporada agrícola.

Así, la agricultura de “secano” cada vez se hace más complicada debido a la variabilidad climática, y exige en un corto y mediano plazo, la incorporación de agua de manera artificial a través del riego o incorporar especies agrícolas que demanden menos agua. “Estudios preliminares realizados en Inia Carillanca, han demostrado que un manejo del agua de riego adecuado, incorporación del agua cuando el cultivo lo requiere, en casi todos los cultivos, especies hortofrutícolas, cereales y praderas podrían incrementar el objetivo productivo entre 10 y 25% bajo un manejo agronómico correcto”, comenta Rafael López Olivari, investigador en ciencias del riego de Inia Carillanca.

Los profesionales de Inia aclaran que afortunadamente en Chile y particularmente en La Araucanía, la variabilidad climática en un escenario de cambio climático no es tan dramática como otras zonas del mundo por el efecto regulador del Océano Pacifico. No obstante, ocasionan trastornos en la agricultura y exigen realizar esfuerzos para la incorporación de herramientas y tecnologías que permitan enfrentar de mejor manera los desafíos de estos cambios y ser más competitivos.

Dado este escenario, en Inia Carillanca se está realizando y desarrollando investigación tanto en la temática de adaptación de especies a la escasez hídrica (principalmente en cereales, papa, praderas y hortalizas), evaluación de modelos específicos de consumo hídrico en el cultivo de papa bajo condiciones limitantes de agua evaluación de estrategias y herramientas hídricas inteligentes orientadas a mejorar el objetivo productivo de frutales y cultivos.

Además, realizan extensión en gestión hídrica intrapredial para equipos técnicos y agricultores del área de influencia del canal Faja Maisan y sus alrededores, gracias a un programa financiado por el Gobierno Regional de La Araucanía y una iniciativa núcleo de investigación sobre evaluación y selección de genotipos de cultivos potencialmente adaptados al estrés hídrico y nutricional para un clima cambiante del sur de Chile (trigos primaverales e invernales, gramíneas forrajeras y papa).

Otro aspecto de igual relevancia es la incorporación de nuevas estaciones meteorológicas automáticas (EMAs) para el monitoreo de variables meteorológicas de interés agrícola en la región, con el fin de generar información histórica de zonas vulnerables a la variabilidad climática para la toma de decisiones en el corto, medio y largo plazo.