Duras penas arriesga sujeto declarado culpable de ataques sexuales y robos en el ingreso Norte a Temuco

El sujeto arriesga penas que podrían ir hasta el presidio perpetuo calificado.

Tras un juicio oral desarrollado durante seis semanas en el tribunal de Temuco por una serie de ataques sexuales ocurridos en el ingreso norte de la capital de La Araucanía, cometidos cuando comenzaba a caer la noche, en las inmediaciones del campus Juan Pablo II de la Universidad Católica de Temuco, se declaró culpable a un sujeto por robo con violencia, abuso sexual y violación.

Durante el juicio se estableció que se trata de Víctor Alfonso Paredes Brevis, de 30 años de edad, cuya prueba de mayor peso que terminó en condena, fue producto de una violación donde se lograron rescatar muestras biológicas de la víctima, las que terminaron inculpándolo.

Asimismo, el tribunal lo condenó por cinco delitos de robo con violencia, abuso sexual y violación y lo absolvió por otros tres delitos por los que los acusaba el fiscal del Ministerio Público, Jaime Pino.

Según trascendió, el individuo arriesga una durísima condena, que podría ir hasta el presidio perpetuo calificado por esta serie de hechos, pena que emitirá el tribunal el próximo lunes 3 de septiembre.

Estos delitos ocurrieron entre febrero y julio de 2016, generando gran alarma, especialmente entre los residentes del sector Norte de Temuco y miembros de la comunidad universitaria, ya que inicialmente no se tenía pista alguna sobre la identidad del autor de estos ataques sexuales, que en algunos casos fueron tocaciones y en al menos uno derechamente violación, porque siempre el autor escapaba sin dejar rastros tras golpear y robar a las mujeres.

La PDI incluso llegó a poner a un grupo especial de funcionarios que trabajaron con una detective como señuelo, que se paseaba por los sectores donde atacaba el violador, con la finalidad de que intentara atacarla y así poder detenerlo, pero no pudieron lograr su objetivo.

DETENIDO POR ROBO EN VIVIENDA
Finalmente, la policía lo detuvo no por violación, sino por un robo perpetrado en un domicilio del mismo sector y cuando el sujeto ya se encontraba tras las rejas, el examen de ADN de una de sus víctimas apuntó a que se trataba del violador, lo que terminó vinculándolo a estos otros delitos, a lo que se sumó el trabajo de la Unidad de Análisis Criminal de la Fiscalía, donde se comenzaron a establecer patrones y lugares comunes que dieron mayor claridad a la policía, estableciendo una “zona de confort”, donde el individuo prefería cometer sus delitos.

En el juicio se estableció que los ataques siempre tuvieron una serie de características en común, entre ellas el que antisocial operaba siempre en horarios y lugares similares, agazapado entre los matorrales en las inmediaciones del campus Juan Pablo II de la Universidad Católica de Temuco e incluso algunas de sus víctimas estaban relacionadas a esa casa de estudios.