María José Cerda: Una profesora angolina que sabe cuánto importa la programación

“Los clubes de Apps nos ayudan a proyectar los trabajos del futuro”, sostiene la educadora que está postulando al Global Teacher Prize.

La “Tía Coté”, como le dicen sus alumnos, es una joven educadora del colegio Diego Dublé Urrutia de Angol.

Tiene 26 años y ya es un referente en su región. Estudió Técnico en Telecomunicaciones en un liceo técnico profesional y, luego, ingeniería en la Universidad de Concepción. Nunca dejó Angol. Actualmente está postulando al Global Teacher Prize como reconocimiento a su labor con alta visión en las competencias digitales que requieren los estudiantes del Chile de hoy.

En 2015, María José Cerda postuló al Summer Camp, actividad de capacitación en programación dirigida a profesores de Chile, el cual es realizado por Fundación País Digital junto a Samsung Electronics Chile.

Desde entonces se sumó al proyecto de “Programa Tus Ideas” abriendo en su escuela un Club de Apps para sus alumnos desde hace tres años. Fue tanto el entusiasmo que despertó entre los niños que al poco tiempo comenzó a impulsar la iniciativa de clases de programación a nivel comunal y regional. “Mi meta es que todos los profesores impartamos un Club de Apps en la comuna y luego ampliarlo a la región”, afirma.

Según explica, “tenía la meta de que los clubes de apps se realizaran a nivel comunal porque mi escuela llega hasta octavo y mis alumnos no tenían este tipo de instancias en los colegios a los que ingresarían para cursar su enseñanza media”. Su iniciativa permeó a la comuna vecina de Renaico que “también está buscando que todos los colegios de su localidad tengan un Club de Apps en sus escuelas”.

Para esta joven profesora, la tecnología es una oportunidad que abre puertas a sus estudiantes, de cara a los oficios que existirán dentro de 10 a 15 años. Lo primero que observó tras implementar el Club de Apps en su escuela fue que sus alumnos comenzaron a socializar más y mejor entre sus pares. “Ahora son niños más sociables porque comparten con otros niños. Eran pequeños tímidos y gracias a las habilidades de trabajo en grupo, resolución de problemas y otras competencias que desarrolla la programación, hoy participan más y en otros talleres”.

Al cabo de unos meses de impartir sus clases, María José comenzó a ver los frutos de la programación en sus estudiantes. “De hecho, tengo un alumno que recibió un computador del Ministerio y hoy es capaz de armarlo y desarmarlo solo”, dice emocionada al comentar que “quiere estudiar Ingeniería en Informática”.

Por eso, el desafío para María José es demostrarles a sus colegas que la programación es una herramienta necesaria para el desarrollo de los estudiantes y que permite desarrollar habilidades básicas en los niños, más allá de los conocimientos propios de la programación. “Yo quiero enseñar que la computación es más que Word, pero que la programación es sencilla. No se trata de grandes complejidades para mentes cabezonas que viven detrás de un computador. La programación es un ordenamiento lógico de las ideas, que permite desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, el desarrollo de problemas, el trabajo en equipo y la creatividad”.

“Gracias a la formación que brindan los Club de Apps los escolares pueden aprender el lenguaje del presente para los oficios del mañana. Como sociedad tenemos el deber de formar a nuestros niños para desempeñarse adecuadamente en esta sociedad tecnológica, y el día de mañana, mostrándoles una nueva forma de entender, apreciar y percibir el mundo. La programación es un medio para el desarrollo de habilidades básicas. En pleno siglo XXI no podemos hacer vista a la sociedad digital, sino, encausar un desenvolvimiento correcto en ella”, señala Trinidad Lacámara, gerente de Ciudadanía Corporativa de Samsung Chile.

LOS CLUBES DE APPS Y EL FUTURO

Para María José, la importancia de los clubs de apps tiene que ver también, con la proyección laboral que implica aprender a utilizar estas herramientas. Según sostiene, “los Clubs de programación nos ayudan a proyectar el futuro porque los trabajos que tenemos hoy en día no van a existir, el 60% de ellos serán nuevos en una década más”.

Para ella, el desarrollo del pensamiento computacional se traducirá en mayores y mejores oportunidades laborales para los estudiantes e impactará en el desarrollo de la región, al generar el capital humano capaz de solventar los puestos de trabajo que requiera la industria de la zona. “Si los niños tienen la base ahora, en el futuro podrán entender las necesidades del entorno que les toque vivir”, reflexiona.